Mi nombre es Silvia Pérez y tengo 21 años. Como muchos jóvenes apasionados por la ciencia, llegué a un punto en mi vida donde tuve que tomar una decisión que marcaría mi futuro profesional.
Antes de entrar en la universidad, me encontraba en una encrucijada fascinante: por un lado, me atraía profundamente la medicina y la posibilidad de ayudar directamente a las personas a través del conocimiento del cuerpo humano. Por otro lado, la física me seducía con su capacidad para explicar el mundo que nos rodea con rigor científico y profundidad matemática.
Finalmente, opté por estudiar Física, convencida de que desde esta disciplina también podría contribuir de manera significativa al avance del conocimiento y, quizás, impactar positivamente en la salud humana desde una perspectiva diferente.
El Descubrimiento: Cuando la Física abraza la salud
Durante mis años de carrera, algo extraordinario comenzó a suceder. Mi vocación inicial por la salud no solo se mantuvo viva, sino que se intensificó. Cada vez me sentía más atraída hacia aquellas aplicaciones de la física que tenían un impacto directo en el bienestar de las personas. La física médica, la biomecánica, la óptica aplicada a diagnósticos... todos estos campos me mostraban que mi decisión había sido acertada: podía combinar mi pasión por la física con mi deseo de contribuir a la salud humana.
Esta inquietud encontró su punto de inflexión durante mi Trabajo de Fin de Grado, cuando decidí centrar mi investigación en la síntesis de nanopartículas.
El Momento Eureka: Las nanopartículas como puente al futuro
Fue durante mi proyecto de fin de grado cuando todo cobró sentido.
Al adentrarme en el mundo de las nanopartículas, descubrí el enorme potencial que tienen estos materiales diminutos en el desarrollo de sistemas de liberación de fármacos.
Este campo representa exactamente lo que había estado buscando sin saberlo: un espacio donde la física, la química, la biotecnología y la medicina convergen de manera extraordinaria para transformar la forma en que tratamos las enfermedades.
Las nanopartículas no son solo una curiosidad científica; son herramientas revolucionarias que pueden transportar medicamentos directamente a las células enfermas, reducir efectos secundarios y aumentar la eficacia de los tratamientos.
En ese momento comprendí que estaba ante una tecnología que podría cambiar vidas.
El Siguiente Paso: Formación especializada en Industria Farmacéutica
Esta experiencia fue absolutamente decisiva para mi futuro. Me hizo comprender con claridad que quería seguir desarrollándome profesionalmente en el ámbito de la salud, pero desde la investigación, la innovación y la tecnología.
No quería ser médica en el sentido tradicional, sino contribuir al bienestar humano desde laboratorios, centros de investigación y empresas tecnológicas.
Por eso he decidido dar el siguiente paso en mi formación especializándome en el Máster de Industria Farmacéutica, Biotecnológica y de Tecnología Sanitaria de Farma Leaders Talento. Mi objetivo es claro: aportar valor real en un sector que une perfectamente la ciencia rigurosa, la salud humana y el compromiso social.

Reflexión Final: La ciencia al servicio de las personas
Mi historia demuestra que no siempre hay que elegir entre diferentes pasiones. A veces, el camino nos lleva a descubrir formas inesperadas de combinar nuestros intereses más profundos. La física me ha dado las herramientas para entender el mundo con rigor científico, y ahora la industria farmacéutica me ofrece la oportunidad de aplicar ese conocimiento para mejorar la vida de las personas.
Para los jóvenes que se encuentran en situaciones similares, mi consejo es simple:
Sigan su curiosidad científica, manténganse abiertos a las oportunidades interdisciplinarias y recuerden que la ciencia, en todas sus formas, puede ser una poderosa herramienta para servir a la humanidad.
¿Quieres seguir de cerca los pasos de Silvia?
Aquí te dejamos un enlace directo a su Linkedin.